Venezuela es un país del Sur de América que, desde hace ya unos años, es titular de muchas noticias mundiales que están lejos de ser aquellos que otrora fueron donde su territorio nacional ofrecía oportunidades increíbles a los extranjeros o de cómo sus maravillosos paisajes son destino turístico obligado para quien adora el contacto con la naturaleza.

La razón, por lo menos una de ellas, es cómo el gobierno ha hecho lo posible y hasta lo imposible por mantenerse en el poder más tiempo del que debería. Esto ocasiona un derrumbe general de los indicadores básicos que necesita un país para funcionar correctamente y, entre ellas, evidentemente, está la economía.
La Guerra Económica
La única razón que da el gobierno para justificar las calamidades que debe vivir un venezolano normal a raíz del desastre económico que se vive en su territorio es la llamada Guerra Económica. En ella se culpan a fuerzas internacionales de intervenir y sabotear la economía local venezolana con el fin de sumir a los ciudadanos en la pobreza y sentar las bases para un alzamiento social en contra del gobierno.
Esto es lo único que siempre dice el gobierno y, las medidas que toma para subsanar el daño ocasionado por estos agentes internacionales infiltrados son: aumento del salario mínimo y la asignación de remuneraciones a través de algo llamado el Carnet de la Patria que cuenta con una plataforma digital para la asignación de los llamados y esperados bonos.
Evidentemente, ambas acciones son simples paños de agua tibia porque conforme aumentan el salario y asignan bonos a más personas, los productos de primera necesidad disponibles en el mercado suben el doble y hasta el triple en un mismo día. Esto lo podemos desarrollar más adelante, lo que pudiéramos concluir es que la dichosa Guerra Económica es obra de ficción y, en tal caso, escrita por ellos mismos.
El bolívar
La moneda oficial, al menos la internacionalmente reconocida, es el bolívar. Ha sufrido ya varias transformaciones con el pasar de estos 20 años donde se le han retirado ya un total de seis ceros y pasó a bolívar fuerte hasta llegar, hoy día, a bolívar soberano, cada vez con menos fuerza en el mercado local y, evidentemente, nula en el internacional.
Actualmente el salario mínimo está ubicado en 450.000 bolívares soberanos que, dicho sea de paso, no alcanza para mucho. Es decir: una persona mensualmente no va a ganar menos de esa cantidad, sin embargo, un kilo de queso está cerca de los 250.000 bolívares, un kilo de harina por el orden de los 90.000 y un cartón de huevos entre 230.000 y 260.000 bolívares, haciendo un ejercicio sencillo de matemática nos damos cuenta que, fruto del trabajo mensual, el venezolano no tiene oportunidad de comprar los productos que garantizarían al menos los desayunos de su casa.
Esto no siempre fue así; el dólar, hace ya algunos años, estuvo por debajo del bolívar facilitando las importaciones y exportaciones y proyectando a Venezuela como una potencia mundial. Pero esto es historia pasada ya que en este momento está, incluso, por debajo del peso colombiano, situación que ha convertido a Cúcuta en un destino común de todos los venezolanos en busca de alternativas para la adquisición de alimentos así como ha facilitado el tráfico de productos venezolanos a territorio colombiano como, por ejemplo, la gasolina más barata del mundo.
El dólar
El dólar estadounidense tiene mucha más historia, evidentemente, que el bolívar soberano y desde siempre estuvo instalado en la economía venezolana de un modo atípico en economías consolidadas y verdaderamente soberanas. Hace ya tiempo el mismo gobierno otorgaba cupos en divisas tanto en efectivo como electrónicos para que el venezolano tuviera la oportunidad de viajar con una moneda aceptada internacionalmente y, para ese entonces, el control cambiario era un poco más flexible ayudado con una relación dólar-bolívar mucho más accesible.
Otro de los grandes problemas con el bolívar fue la desaparición casi por completo del efectivo obligando al ciudadano pagar hasta 300% por encima vía transferencia para que, las personas que sí tienen acceso al efectivo, les facilitaran el dinero que es necesario para los pasajes en transporte público, por ejemplo. Sorprendentemente, esto no pasó con el dólar y se hizo más sencillo obtener “verdes” en efectivo que bolívares que, constantemente, se transforman y, en cualquier momento, algunos de denominaciones bajas no son aceptados en comercios.
Los controles cambiarios para las divisas también han cambiado mucho, sin embargo, el secreto a voces es que esos “dólares preferenciales” a un precio establecido por el Banco Central de Venezuela son solamente adquiribles por un sector muy privilegiado de personas. Todos los demás deben monitorear el “dólar paralelo” que no es más que una página web que establece el valor del dólar y, en este momento, tiene solamente dos cortes: en la mañana y en la tarde; es decir que el mismo ciudadano fue el que intentó acomodar un poco la anarquía económica que se vive ya que hay ofertas que están disponibles solamente en dólares que no permiten el pago del equivalente en bolívares.
El Petro
La última carta jugada por el gobierno fue la creación de la criptomoneda conocida como el Petro. Esta idea surgió cuando el boom mundial del BitCoin y que luego crearía todo un mercado de posibilidades anclados a una moneda totalmente virtual y que tiene un valor asignado por el Banco Central de Venezuela que va fluctuando prácticamente a diario.
Al igual que los bonos asignados en bolívares, a los venezolanos con el Carnet de la Patria se les fue asignado medio Petro en diciembre, en una suerte macabra de probadores beta a ver cómo resultaría la “petrolización” de la economía, es decir, anclar la economía a una moneda totalmente virtual.
El resultado en una sociedad desinformada y desesperada: colas interminables en los comercios que aceptaban este método de pago a quienes, a día de hoy, aún no se les ha pagado lo que se les debe al cambio en bolívares, generando incontables pérdidas económicas dada la devaluación de la moneda oficial venezolana.
Diferentes monedas, mismo resultado
Al final, en medio de las tres “posibilidades” del venezolano queda el mismo resultado: no hay liquidez económica salvo para un sector privilegiado ya que la manera de adquirir dólares es comprando en bolívares que, como vimos más arriba, no da muchas oportunidades de compra puesto que el salario integral de este país es uno de los más bajos del mundo ubicado en 6,7$ mensuales. Al mismo tiempo la desinformación en torno al Petro que, por cierto, no ha sido mencionado en los últimos días, no ayuda a quienes aún lo tienen “a su disposición” y mucho menos a quienes lo aceptaron como parte de pago.
El dólar sigue reinando una economía que no tiene forma definida y el venezolano debe conseguir la manera de conseguir esa moneda que sí signifique poder llevar el sustento para el hogar.
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